Abrigándose
con el negro de la noche,
transforma
el alma quebrantada,
y las carne de su cuerpo,
en transparente crisálida ,
deseando que el filo del dolor
no le encuentre.
Se esconde
en callejones de silencios,
donde la lluvia gélida
hiere los hombros,
y lloran en unísono
con la tierra,
y con los cielos.
En la bruma se vislumbran
las arrugas de sus manos
ocultándole el rostro,
y su piel encostrada de
milagros rotos.
Los clamores de los vientres,
se funden
con las grietas de sus pies.
El compás de la madrugada,
diluye los ecos
de risas infantiles
danzando en una noche
de solsticio,
mientras
la frazada de lo incierto
la frazada de lo incierto
le cobija sus huesos.
Junio 14, 2013
Un gran placer pasar por tu espacio.
ReplyDeleteUn abrazo,
Yeli